Si hay algo común en todas las novias gallegas es que tienen su mirada puesta en el cielo o, dicho de otra forma, su preocupación por el tiempo. Y es que en nuestra querida comunidad la lluvia está siempre presente.
Por eso en Galicia las bodas siempre tienen dos planes: el plan A, el deseado por todas, la boda perfecta bajo el sol y disfrutando de un buen aperitivo en el exterior; y el plan B, lo mismo pero a cubierto.
Pero ese conocimiento, ese riesgo cierto, hacen que las bodas en Galicia sean siempre perfectas y divertidas. La mayoría de los sitios ya cuenta con lugares específicos para los dos planes, incluso la indumentaria escogida por novios e invitados se adapta a cualquier inclemencia meteorológica (chales, chaquetitas y otros zapatos esperando en el coche por si las moscas).
Por eso en nuestra comunidad está muy arraigada la costumbre de llevar huevos a Santa Clara. La leyenda habla de entregar una docena de huevos a las mojas clarisas para que éstas recen por el buen tiempo. La tradición manda que los huevos debe pedirlos la madre de la novia entre vecinos y amigos de la familia y los debe entregar la novia (aunque este punto varia, ya que también puede ser la madre de la novia o las amigas).
Aunque si finalmente el remedio no funciona y la lluvia se empeña en acompañarnos no debemos preocuparnos, nada puede enturbiar ese día tan especial, hay que recordar lo que dice el refrán: «novia mojada, novia afortunada». Y es que solo en Galicia podemos hacer de la lluvia una fiesta.
Así que si quieres celebrar tu boda en Santiago no te preocupes del tiempo y ven a Los Robles, tenemos las instalaciones perfectas tanto para el Plan A como para el Plan B.